Es una de las muertes de esas que imponen silencio y que se propagan a gran velocidad por la Ciudad y su comarca, debido a la suma de la causa, de la juventud y del destacado conocimiento y popularidad en su profesión de la persona, que nos deja para siempre.
Y abunda en ello la ternura, la amabilidad y la seguridad que la profesora transmite a sus infantiles alumnos, así como la comunicación mantenida con los padres de éstos respecto  del caminar de aquellos durante el curso escolar.
Esa persona y profesora fue y es doña Amparo Gacio García, que el día 23 de octubre de 2.010 nos dejó para siempre, con la corta vida de 55 años, juventud con sapiencia, que significa esa época de la edad en que la persona alcanza su mayor grado de sabiduría, porque llega a la cima de la cumbre entre la preparación conseguida en la carrera y en la oposición y la experiencia.
Amparo fue una persona cuyo nombre aparecía con cierta asiduidad, para alabarla y elogiarla, en las reuniones familiares, por su amor, por su dedicación extraordinaria, a los niños, sus alumnos, que les impactaba. Era, Amparo, tanto el cariño que te profesaba mi niña, mi infanta, que si tuviera alguna duda en rendirte este humilde homenaje, me la disipaba. Será difícil para ella saber que te marchaste y que no le vuelves a impartir tus ejemplares conocimientos.
Sin duda, dejarás un gran vacío en la Comunidad Educativa del CEP Álvaro Cunqueiro de Mondoñedo, como ya te lo demostraron tus compañeros, con la agilidad de comunicar en este Diario tú desaparición rogando una oración por tú alma y la asistencia a la conducción de tus restos.
Tú desaparición fue y es una gran pérdida para la enseñanza, que no es fácil reparar y que otro/a desempeñe el cargo con el mismo acierto y que tenga las mismas simpatías y el mismo cariño de todos los alumnos y de toda la Comunidad Educativa. También serás recordada con afecto por tus amistades, y por los que allí coincidíamos a veces,  en el momento de la toma del café en la Confitería. Me imagino que perder a tu esposa, a tu compañera de mucho tiempo y de altos y bajos, a tu media naranja, debe de ser estremecedor amigo Francisco García Reigosa. Sé lo que es perder una madre, Luis y David, cuando aún se es joven.
Calculo que perder a una hija debe de ser conmovedor, señora Dolores García y García. Pero a todos os pido y deseo suerte para afrontar tales extremadas situaciones y pensad, aunque os sea muy difícil, que, a pesar de que la vida nos ponga a prueba extremada, tal vez injustamente, hay que aceptar y seguir el camino que nos marcan, resignándose si necesario fuere. Y, de veras, a vosotros y a toda la familia, transmito mi dolor por tan sensible pérdida. Este es mi sencillo homenaje a Amparo Gacio García a quien encomiendo al Señor por su ejemplaridad en la vida de la enseñanza.
Descansa en paz grata Maestra. Así lo opino. 

LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo


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