El aumento del coste de la vida y los tipos de interés ha llevado a muchas familias y autónomos a revisar su economía. Frente a cuotas más altas y presupuestos más ajustados, surge una pregunta cada vez más frecuente: ¿conviene liquidar las deudas por medios propios o acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad para empezar de cero? Ambas vías son válidas, pero su conveniencia depende del nivel de endeudamiento y de la capacidad de pago de cada persona.
El aumento del endeudamiento y la búsqueda de soluciones
El crédito ha sido durante años una herramienta habitual para financiar proyectos personales y empresariales. Sin embargo, con los tipos de interés en máximos de la última década y una inflación que ha erosionado el poder adquisitivo, mantener las deudas se ha vuelto más costoso.
Según el Banco de España, la ratio de deuda de los hogares cayó hasta el 46 % del PIB en 2024, pero la carga financiera —lo que cada familia destina a pagar sus préstamos— se mantiene elevada por el encarecimiento del dinero.
En este contexto, muchos españoles han empezado a dar prioridad a la reducción de pasivos. Algunos lo hacen mediante planes de amortización anticipada, refinanciaciones o ajustes presupuestarios; otros, al verse sobrepasados, recurren a una salida legal como la Ley de Segunda Oportunidad, pensada precisamente para quienes no pueden cumplir con sus obligaciones económicas.
Liquidar deudas por medios propios: la vía más directa
Cuando la situación todavía permite cierto margen de maniobra, liquidar deudas por iniciativa propia es la alternativa más simple y menos invasiva.
Implica asumir el control del proceso y buscar fórmulas que permitan reducir o eliminar las obligaciones financieras sin intervención judicial. Entre las estrategias más habituales se encuentran:
- Priorizar las deudas con mayor interés. Por ejemplo, las tarjetas de crédito o los préstamos rápidos suelen ser los más costosos.
- Negociar con las entidades. Muchos bancos aceptan reestructurar la deuda o alargar plazos para evitar impagos.
- Consolidar préstamos. Agrupar varias deudas en una sola con un tipo más bajo puede simplificar la gestión y reducir la cuota mensual.
- Revisar gastos y generar liquidez. Vender activos no esenciales o ajustar el presupuesto ayuda a destinar más recursos al pago de la deuda.
La principal ventaja de esta vía es que mantiene la autonomía y evita procesos judiciales. Sin embargo, requiere disciplina, ingresos estables y cierta capacidad de ahorro. Cuando la deuda supera claramente los ingresos disponibles o ya existen embargos, puede que sea necesario recurrir a una alternativa más estructurada.
La Ley de Segunda Oportunidad: una salida legal para deudas inasumibles
La Ley de Segunda Oportunidad —introducida en 2015 y reformada en profundidad en 2022 mediante la Ley 16/2022— ofrece una vía legal para cancelar total o parcialmente las deudas de particulares y autónomos insolventes.
Su objetivo es dar una “nueva oportunidad” a quienes, actuando de buena fe, no pueden hacer frente a sus obligaciones económicas.
El procedimiento puede seguir dos caminos principales:
- Plan de pagos. Permite reestructurar la deuda y devolver parte de ella en un plazo máximo de cinco años.
- Exoneración del pasivo insatisfecho (EPI). Si el deudor no puede cumplir el plan, puede solicitar la cancelación total de sus deudas, incluidas las con Hacienda o la Seguridad Social bajo ciertos límites.
Para acogerse a esta ley, es necesario cumplir algunos requisitos:
- Ser persona física (particular o autónomo).
- Actuar de buena fe, sin haber cometido delitos económicos ni agravado la insolvencia.
- No haber sido beneficiario de una exoneración en los últimos diez años.
La principal ventaja es que libera definitivamente de las deudas, ofreciendo la posibilidad real de empezar de nuevo. No obstante, el proceso requiere intervención judicial, asesoramiento especializado y puede implicar la liquidación de algunos bienes.
Cómo saber cuál opción te conviene
Decidir entre liquidar deudas por cuenta propia o acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad depende de la situación económica individual.
Una guía práctica podría resumirse así:
- Si puedes pagar con esfuerzo, pero aún llegas a fin de mes, prioriza la vía de la liquidación o refinanciación. Negociar con acreedores y establecer un plan de pago puede ser suficiente.
- Si la deuda te supera y no existe posibilidad real de pagarla, valora la Ley de Segunda Oportunidad como una herramienta de protección. Este procedimiento busca evitar la exclusión financiera y permitir la reintegración económica del deudor.
En ambos casos, es recomendable acudir a profesionales financieros o jurídicos especializados. Un asesor puede evaluar si es posible reestructurar las deudas o si la insolvencia es irreversible y requiere un proceso de exoneración.
Un nuevo enfoque hacia la salud financiera
Hablar de deudas sin tabúes y buscar soluciones legales o financieras forma parte de una cultura de salud económica cada vez más necesaria.
Liquidar deudas o acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad no son caminos opuestos, sino herramientas distintas para un mismo objetivo: recuperar la estabilidad y el control sobre la vida financiera.
En un entorno en el que cada vez más personas enfrentan situaciones de sobreendeudamiento, conocer estas opciones puede marcar la diferencia entre vivir con presión constante o comenzar una nueva etapa sin cargas. Y en ambos casos, la clave está en lo mismo: informarse, planificar y actuar con responsabilidad.
Foto de Mikhail Nilov: https://www.pexels.com/es-es/foto/pareja-gente-mujer-escritorio-6963857/