Será que buscamos la compañía inteligente. Será cosa de la edad, que nos va cambiando y que nos hace papandujos. Será que cada vez nos relacionamos menos, porque las altanerías nos importan un bledo y la reverencia de flexión cada vez está más en desuso. Será que nos ponemos rebeldes cuando nos aconsejan vivir nuestra vida porque al final nadie morirá por nosotros.
Pero el caso es que nos percatamos que lo más importante en la vida es la libertad y que lo peor es el padecimiento de la envidia y el persistente sentimiento del rencor albergado por unas no sé cuantas personas. Y consideramos que la libertad debe ir acompañada de sentimientos. Por ello sentimos mucha pena por los energúmenos que gritan o insultan a nuestros representantes de las Instituciones, no sabiendo distinguir ese paso que existe desde ser  político que mitinea y pide el voto a ser el representante de las Instituciones.
Sentimos mucha pena y no solo eso. Sino asco, repugnancia, vómito, ectc., cuando nos recuerdan que hay gente, ciudadanía como hay que decir en nuestros tiempos presentes, que utiliza cualquier excusa para hacer daño a sus semejantes.
Sin embargo personalmente admitimos que se nos critique por hacer cosas, a ser un parásito al que no le critican, porque no hace nada.
Las críticas con respeto han de servir siempre para unir, saber la verdad, la justicia, la dignidad de las personas. Se debe ser siempre objetivo y matar las medias verdades.
Es muy grave el falso testimonio. Es muy grave decir que una personalidad dijo algo que no es cierto que dijera. Es muy grave poner en boca de los demás lo que por ella jamás salió. Es muy grave lesionar la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación. Es muy grave todo lo referido en este párrafo cuando se ataca a las Instituciones. Y como es lógico todas estas gravedades las castiga nuestro vigente Código Penal.
Es demasiado lo que se utilizan las medias verdades o las verdades a medias y es bastante usual no ser objetivo, cuando en una Democracia debe reinar obrar, juzgar, ectc. con imparcialidad y justicia (y no nos referimos tan sólo a los jueces).
No se pueden ver las cosas de distinta forma si proceden del que te simpatiza o proceden del que no te tira su simpatía.
No es lo mismo aplicar el verbo “habrá”, por ejemplo, que el verbo “hay”. Porque como todos sabemos aquél es indicativo de futuro imperfecto y éste es indicativo de presente. Y el presente de indicativo indica acción posterior al pretérito y anterior al futuro coincidente con el momento del hablar y de aspecto imperfectivo, pues su acción no se presenta concluida. Y futuro de indicativo expresa tiempo futuro y, por consiguiente, tiene un aspecto imperfectivo y su acción ha de realizarse todavía, y puede, por tanto, hacerlo o no; es sólo una posibilidad. Y mezclado con el adjetivo sustantivado adverbializado “a lo mejor” significa duda. Y si lo ponemos en una frase de ejemplo más duda significa.
Así las cosas, si estamos ante una posibilidad de hacer o no hacer algo, en duda, y encima el texto es un ejemplo, no podemos decir que estamos ante un documento afirmativo, ante un documento fehaciente, ante algo que se puede dar fe de que es irrefutable de que es verdad. Y máxime si encima nos dicen que el contenido es un ejemplo, pues esto es un hecho o un caso digno de ser imitado, pero no es el auténtico.
Por ello no se pueden sacar las frases de contexto, no se puede cambiar una palabra por otra que tienen significado distinto. Cuando se emplean las comillas, que son un signo ortográfico, y que se emplean para expresar que el texto entrecomillado es cita literal de lo dicho o escrito por alguien, no se puede cambiar palabra alguna de tal texto y si se hace se está falseando, se está mintiendo, diciendo lo que otro no dijo (y hay gente canalla que las usa alegremente y falsea textos). Si así lo hacemos estamos no diciendo toda la verdad, lo que estimamos se llama mentir. No estamos siendo objetivos, no estamos siendo imparciales. Estamos ante unos hechos de contar la historia como nos interesa, bien para lucrarnos de ello, bien por buscar excusa para hacer daño a nuestros semejantes.
Y cuando así estamos, respecto de nuestros políticos, los estamos desacreditando (entre ellos ya se desacreditan bastante, algunos) lo que nos está llevando o pronto nos llevará a que nadie quiera dedicarse a la política y a ella acudirá todo el revoltijo que más que gobernarnos nos enredarán, como en algunos casos puede ya estar pasando. Tal vez ocurra lo que nos decía un prestigioso abogado, que “el que se mete en política es que no vale para otra cosa” para apartarnos de ella en aquellos tiempos que nos pretendían. Y para nosotros, los políticos deben ser, además de honestos e inteligentes, los mejor preparados (que no los con mejores títulos) y deben tener un sueldo digno que les desaconseje ir a las empresas privadas.-
También, cuando criticamos, debemos saber pedir perdón directamente al ofendido cuando nos equivocamos, porque, aunque la palabra de la oposición y del pueblo ha de ser de acero, del bien templado para que corte y resista, no podemos precipitarnos en criticar aquel viaje a México que hizo el Presidente gallego, don Alberto Núñez Feijóo, que trajo el buen resultado, las buenas noticias, como la de Pemex, la petrolera mexicana, al firmar un documento en Santiago, gracias al buen trabajo del presidente.
Así lo opino.



  LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo

 

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