Para alguna persona que pueda parecer desaliñada y falta de adorno y cuidado diremos que somos mindonienses de Mondoñedo, pequeña, silenciosa y bella ciudad de Galicia, situada cerca de las orillas del Río Masma que vierte en el Cantábrico occidental, y por lo tanto gallego.
Pero porque Galicia es de España, y porque en América Latina así nos dicen a los gallegos, somos españoles y según la actualización del DRAE publicada hace poco en Internet por la RAE, no somos tontos. Ya no cargábamos con esa acepción despectiva en el primer tomo o Diccionario, el de Autoridades, del año 1.734. Nos la pusieron a cuestas americanismos y vilipendiadores  para abundar en el ensañamiento que nos perseguía como víctimas por nuestra histórica y honrada, porque nunca nos puso miedo el trabajo, condición de emigrantes (Mondoñedo es tierra de emigrantes), primero a Castilla durante la siega y después a todo el mundo y para toda la vida (pocos volvieron), y por ser los únicos del Estado español que aparecen maltratados sistematicamente desde el s. XVIII.
Ese uso ha sido residual y local, porque lo de "tonto" se refiere en realidad a los emigrantes españoles en general, ya que gallego es "español" en América Latina, como ya referimos más arriba, como incluso se observa en los chistes. Pero afortunadamente el artículo o término en español está enmendado por la RAE.
No nos gusta despedir con malos modales, ni mandar al carajo (perdón por la vulgaridad) a quien pudiera no haber estado afortunada cuando quizás en vez de usar habla coloquial sin querer se elevó a la altanería de autoridad de los buenos hablistas para a lo mejor querer dañar políticamente a nuestros presidentes, Zapatero y Feijóo y al jefe de la oposición, Rajoy, pero sin querer jamás ofender a los gallegos ni tan siquiera con  el tono o sorna que pudiera haber entonado, ya que la consideramos con la sapiencia suficiente para percatarse que quien aspira a presidir el gobierno de España, no debiera usar términos despectivos ni peyorativos y menos ofender a sus futuros votantes y gobernados, ni en el hipotético caso de que le embargue el aborrecimiento que le pudiera haber producido la rotura de la posible camaradía que en su día pudo haber disfrutado con el presidente Zapatero.
Sin embargo, tal vez, al darse por ofendidos algunos gallegos, aunque no hubiera intención de ofender, no debiera comportarse de forma parecida a como si viviera entre las piedras y en las grietas de los muros, y sería de aplaudir que compareciera a pedir perdón a los gallegos ofendidos, aunque no tuvieran motivos para enojarse, haciéndoles ver que no tiene aversión ni repugnancia a nosotros, pues de buenos políticos es rectificar o explicar que no se quiso decir lo que se piensa que se dijo. Y si se es de hermoso aspecto, suavísima fragancia y color generalmente encarnado poco subido, modificable en el cultivo, casi siempre es uno bien recibido cuando se piden disculpas.
No opinamos antes sobre este tema porque esperábamos una rectificación. Así lo opino.

LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo


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