Me refiero al articulo publicado en el periódico Mondoñedo editado por la  sociedad “Amigos da Cidade de Mondoñedo” correspondiente al mes de febrero de 2011, titulado "Miguiñas mindonienses", cuya autora es Dª. Soledad Michelena.

Hace la autora  un recorrido por la ciudad episcopal  situándose aproximadamente en la esplendida y envidiable en muchas cosas, década de  los 50 del pasado siglo, y ya son tiempos lejanos,   cuando Mondoñedo tenía algo así como del orden de  9 mil habitantes, población hoy drásticamente reducida a pesar de las grandes dosis de voluntarismo de las autoridades,  pero  la realidad continua  erre que erre, suma y sigue, y sigue y sigue haciendo de las suyas y, permítase decir que,  eso ocasiona desolación, dolor y tristeza.  

Uno que ya va camino de los 70 años, recuerda perfectamente  aquellos personajes, establecimientos y alguna que otra anécdota, teniendo presente que la memoria es como un cesto de cerezas; nos esforzamos un  poco, y ahí esta la memoria enviándonos “postales”, casi siempre de la infancia y adolescencia, porque a esas edades estamos abiertos a todo tipo de estímulos: somos esponjas, inmaduros y guardamos  esas memorias hasta que nos muramos. Si me pongo a rebuscar en la memoria, me resultaría complicado recordar más  puntos de encuentro

Pues bien, y me repito, he saciado mi curiosidad y leido con verdadero deleite  el mismo y  a mi no se me ocurriría nada mejor ni  más que añadir. Es un grato paseo, historias cotidianas, salvadas de la  infancia, adolescencia y juventud relativas a mi querida ciudad de nacimiento que perduran en la retina,  llenas de recuerdos y correrías. Incluso habla de esa niebla tan habitual,  niebla que no deja ver, pero que también recoge, cobija y envuelve en un extraño mecanismo. De cualquier forma  el Mondoñedo de mi generación  ha desparecido. Hay quien  dice que añorar el pasado es correr tras el viento.

Por ultimo, no está mal recapitular de vez en cuando y este tipo de crónicas ayudan a pararnos a pensar. Como dejo escrito José Saramago,  “Nosotros somos mucho más la tierra donde hemos nacido (y donde hemos sido criados) de lo que imaginamos”.

Chapeau y mil gracias por el artículo.

ANTONIO DOMENECH LADRA


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