No tenemos el honor de conocer al alguien que diciendo que es cargo oficial de la Excma. Diputación de nuestra querida provincia de Lugo, se atreva a dirigirse por el camino privado de la política, en el periódico A Mariña-El Progreso, acusándole de trampas, a un Partido político, si bien parece que nos suena algo a un concejal que siendo nosotros que suscribimos secretario del Juzgado de nuestra inolvidable Barreiros, semejaba que se escondía en las esquinas cuando llegaba el momento del saludo protocolario.
Pero sin conocerlo hemos de dirigirnos a su escrito porque, sin verlo legitimado para ello, menciona al Sr. Alcalde de nuestra pequeña y bonita Ciudad de Mondoñedo, y lo valora de una forma que sólo a los vecinos con voto nos corresponde el próximo mes de mayo.
Aquí y en el mundo entero la Democracia más pura, más cristalina y más coherente es cuando el pueblo interviene en un Gobierno y cuanto más directamente lo hace, mejor Democracia. El pueblo es gobernado por el Alcalde y si éste lo elige directamente aquél, más y mejor Democracia hay.-
Actualmente el Alcalde no lo elige el pueblo. Lo eligen los concejales que son representantes del pueblo. Luego hoy no existe una Democracia de primera en los pueblos españoles. Y a veces los más votados no son Alcaldes lo que es hurtar la voluntad popular.
Por ello está muy bien que se modifique la Ley Electoral en España para que el Alcalde de un pueblo sea el que más votos obtenga de su pueblo, el que más votado sea. Es lo justo y lo democrático.
“Trampa” y engaño al pueblo soberano (autoridad suprema, máxima autoridad, nadie por encima de él) es presentarse a unas elecciones locales con un programa y diciendo quién es el Alcalde que se propone para gobernar el pueblo y luego unirse, después de la obtención de los votos, a otro Partido con programa y candidato distinto a Alcalde. Este Alcalde está gobernando con los votos de ciudadanos que no le dieron jamás su confianza en las Elecciones Locales a las que se presentó. No hay una elección de Alcalde directa del pueblo y quien gobierna a éste es un electo a quien el pueblo que no lo eligió, no le votó, al ser elegido por representantes de éste. No es justo que el pueblo en su mayoría haya elegido a un Alcalde y los Partidos políticos, por sus intereses privados o beneficios propios, le presenten al pueblo otro Alcalde distinto al elegido por éste con sus votos directos. Esto es hurtar la voluntad del votante.
Dicho lo dicho es urgente y necesario que de una vez se cambie la ley para que el Alcalde sea aquel que más votos directos del pueblo haya recibido, evitando con ello una injusta “manipulación” del voto personal e intransferible que conceda el cargo a quien no le votó la mayoría del pueblo y que se erige con votos que fueron destinados a otros en la votación. El voto, siendo personal e intransferible como se dijo, nadie puede disponer de él más que su titular, en una Democracia plena y pura. Lo contrario sí es pucherazo, un enjuague electoral, como ocurre actualmente, y casi con la misma duración que la dictadura del General.
Ello, el cambio de ley, producirá, posiblemente, dolor y restará economía y puestos de trabajo a los pequeños partidos generalmente. Pero cabe la excepción legítima, pues también un Partido pequeño, con la nueva ley, podrá tener Alcalde, como ya ocurre en algún pueblo de A Mariña, conseguido de las urnas democráticamente y sin ser elegido en los despachos por formas antidemocráticas e ilegítimas.
Hablando en símil futbolístico, el Atlético de Madrid, brillante campeón de Liga, no lo sería si el Barcelona y el Real Madrid se unieran en los despachos, lo que sería totalmente ilegítimo e ilógico.
Conclusión: Que el Pleno elija al Alcalde de un pueblo es antidemocrático e ilegítimo, toda vez que el voto, repetimos, es personal e intransferible, y nadie puede “manejar” a su interés el mismo, en los despachos. Solo el votante puede decir a quién a qué Partido va su voto. No se puede pactar el voto para le elección de Alcalde y menos después del recuento de las urnas de cualquier Elección.
Además los gobiernos de coalición no funcionan con unicidad como lo hace el Gobierno elegido por el pueblo directamente y son más caros económicamente para la sociedad, con menos transparencia, menos diálogo y de tinte dictatorio. Así lo opino.


  LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo

 

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