No sé si el titulo es acertado o no. Para el caso es lo mismo. Me refiero al texto de que J. Carlos de Cataluña, escribe en el Libro de Visitas. Tal vez algunos no habréis leído el mismo, os lo recomiendo, como buen mindoniense. Indudablemente, se palpa ese amor y esa veneración que siente J. Carlos por Mondoñedo.
 
Antes de proseguir, se preocupa J. Carlos diciendo respecto de su falta de costumbre en esto de la escritura y dice, “ (…)mis conocimientos gramaticales no son los adecuados (…)”. Pues nada de eso. Ya dejó descrito el Nóbel, García Márquez respecto de esto de escribir aquello de: “terror del ser humano desde la cuna”. Escribir no es tanto cuestión de talento como de constancia. Escribir significa golpear el teclado y decir todas las mañanas: “Señor, no soy ávido, solo te pido 500 palabras”. Es decir, no es difícil, lo difícil es no escribir. Con esto basta y sobra.
 
El escrito me recuerda y empuja a la escritura, siguiendo aquellas palabras de San Juan de la Cruz: “es como quien soltó el avecica de la mano, que no la volverá a cobrar”. Pues bien, voy a aprovechar esta ocasión para expresar mi segunda opinión en relación con tu punto de vista respecto de Mondoñedo. La primera está en el Libro de Visitas.
 
No tengo el gusto de conocer a J. Carlos. Dice que es del sur y, para mi, el Sur es desde Despeñaperros hacia a bajo y por lo tanto, andaluz, a mucha honra. Declara que lleva pasando sus vacaciones en Mondoñedo, algo así como nada más y nada menos que 20 años, tiempo más que suficiente para conocer la idiosincrasia de mis queridos e inolvidables y paisanos mindonienses.
 
Se nota que esta enfadado, muy enfadado por el ¿cierre? de la Confitería La Alianza, que no es tal, si mi información es cierta; sino de la inauguración y apertura de un segundo establecimiento en la vecina y pujante villa de Ribadeo, aprovechando las probabilidades de crecer y expandirse, debido a su bien ganada fama de pastelería DIEZ (¡¡recuerdo sus magnificas cañas y se me hace la boca agua!!)–. Por lo tanto, de ser así, pues alegrémonos todos y que el nombre de Mondoñedo y su reconocida fama por sus tartas y pastelería, sea una punta de lanza y de referencia en Ribadeo y occidente asturiano.. ¡¡Que los ribadenses y asturianos disfruten de tan sabrosos manjares!!
 
No voy a extenderme mucho más, ya que J. Carlos, lo dice todo, y que, muy requetebién. La lectura sosegada de su artículo puede ser provechosa y consiguientemente os recomiendo su lectura, llamando al pan, pan y al vino, vino. Es muy cierto que somos muy dados a presumir de ser una de las antiguas capitales del Reino de Galicia, de tener obispado compartido, no se cuantos títulos de Muy Noble y de Muy Fiel ciudad, concedidos por reyes, pero todo eso es historia, éxito de nuestros antepasados y un hilo argumental frágil en estos tiempos, y, es que de los recuerdos, desgraciadamente, no se vive y tampoco se solucionan los problemas presentes y de futuro, que es nuestro “talón de Aquiles”. Miremos por la juventud, que es el futuro de cualquier pueblo. Es muy doloroso eso de IRSE cuando llega el momento de “volar”. Es una experiencia a menudo desgarradora, sobre todo si se hace solo. Más allá de cuan amables o desastrosas sean tus nuevas circunstancias, ya no estar ahí para acompañar a tu gente (en las buenas y en las malas) es más duro de lo que se tiende a creer, aun cuando hoy en día con los medios de transporte y de comunicación, una autentica revolución que va a transformar a la sociedad.
 
Entiendo el “cabreo” de J. Carlos, que demuestra su gran amor por nuestra ciudad. Si así no fuese, pues no escribiría con la sinceridad y espontaneidad que lo hace, donde sus palabras y franqueza son dignas de admiración. Se nota que tiene a Mondoñedo muy dentro de su alma. Tal vez para algunos resulte excesivo, sincero y critico, pero está en su pleno derecho de opinar y de decir todo aquello que le de la real gana. Todos tenemos derecho a expresar, desde el respeto, sus críticas y discrepancias. Nos puede parecer bien o mal, pero yo coincido prácticamente en todo con su punto de vista, mal que me pese y con mucho dolor.
 
La A-8, - ¡¡vaya con la dichosa A-8!! – (acabo de enterarme grave accidente ocurrido en el día de hoy, con el resultado de un muerto y que pronosticábamos principalmente los días de niebla. Dios quiera sea el último) que según algunos iba a ser la repanocha para la ciudad, siempre he dicho que dos más dos son cuatro. Sucederá lo mismo como con otras poblaciones donde han trazado la autovía por otros derroteros, dejando a las poblaciones por donde antes pasaba la carretera, semi abandonadas y agonizando. Ya he escrito sobre esto y no quiero repetirme. Lo ultimo que sabemos es que la Xunta ha aprobado un plan para la mejora de la LU-124 (Mondoñedo-Lindín) por importe de 772.763,58 €, no se si es mucho o es poco, según como se mire y que se va a llevar a cabo en breve. Habrá que seguir ejerciendo presión para que otros accesos se mejoren y que todos tenemos inmente, como recuerdos salvados de nuestra infancia, adolescencia y juventud.
 
Por ultimo, J. Carlos, viene a ratificar lo que muchos mindonienses, ausentes, pensamos sobre el futuro de la episcopal ciudad. Yo soy de la opinión de que las autoridades locales están perfectamente identificadas con los objetivos y prioridades. Hacen todo lo que buenamente pueden, pero es que el “daño” no viene de cuatro días ni de cuatro años. Estamos recogiendo la sementera que otras corporaciones – algunas del régimen anterior, cuya elección a alcalde se hacia por su formación, olvidándose de su liderazgo para la gestión -, lo cual ha motivado dejásemos marchar instituciones ya asentadas é incluso tirásemos por la borda, potenciales oportunidades que se nos brindaron y que no se acometieron con celo y responsabilidad. Pero esa es ya, sí, otra historia. Decía nuestro paisano, D. Camilo. José Cela, “ (…) aunque es la suerte quien echa las cartas, nosotros somos los que las jugamos”. Cita J. Carlos, ejemplos como la oficina de recaudación, hospital, y, ahora, pendiente de un hilo y del Sr. Gallardón, los juzgados, que se instalaron en otras poblaciones que tienen y gozan de más medios para sobrevivir e incluso crecer, como es la mar, con su industria pesquera, empresas auxiliares, playas, etcétera. Mondoñedo, cuya principal fuente de riqueza y ocupación tal vez sean los servicios, tiene torres y campanarios y echar las campanas al vuelo, no es la solución para arreglar esto, aun cuando guste el repenicar y el volteo. Todo dentro de un orden.
 
 Yo confío en que este enfado sea pasajero, recapacite y vuelva a pasearse por el Mondoñedo que ya conoce y disfrute de sus gentes, de su silencio - que significa volver atrás en el tiempo - y paisaje. Un lugar privilegiado para esa jubilación, tranquila y serena que espera.

Antonio Doménech Ladra - Valencia

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