Siguiendo complaciendo a nuestro amigo y compañero en el jubilar en que nos hallamos, pero esta vez con su estimable colaboración, continuamos la línea de recuerdos de aquellos momentos del comienzo en el Instituto Laboral de San Rosendo de Mondoñedo, que él inició con dos años de anticipación, aún siendo más joven, de lo que contentos estamos porque, aún siendo tiempos muy difíciles para nuestra familia, hemos tenido la gran suerte de principiar nuestro saber en sus aulas, y pinchamos en nuestras memorias, que a estas líneas pasamos, las clases de nuestro querido profesor Don Ángel García Sanz, sincero salvador de nuestras mojaduras aventadas que desde San Lázaro a los Remedios humedecían nuestras ropas que luego secábamos a las rodillas durante las clases de la mañana, que aprovechábamos en la formulación de química inorgánica durante dos horas de tiempo plomazo y cansino (como dice J.R.), que Don Ángel aliviaba con un descanso en el que a dúo con el alumno, compañero incombustible, Pepe Cabanela pugnaban como contadores de chistes, a cuál más ocurrente y oportuno, entre los que destacamos el canto del verso que tenía don Ángel que nos permitía recordar las valencias, y que dice: “En este sencillo verso/ las valencias narraré, / empezando por el oro / que puede ser uno o tres./ Con valencias dos y uno / funcionan cobre y mercurio. / Y según supe después, / hierro, cobalto y níquel, / funcionan con dos y tres.”.
Y al terminarlo, al final, Don Ángel (a quien aún hoy guardamos sumos respetos y cariño) realizaba un gesto especial al llegar a la esquina de la clase. Una flexión levantando las manos a la altura de los hombros. Era el momento culminante del chiste.
Pepe, tenía y suponemos que tendrá (hace tiempo que no le escuchamos, por la distancia) un repertorio muy especial, en el que era destacable la serie sobre “Manoliño da Pidigalla”, en la que sobresalía especialmente la filosofía de Manoliño.
Y así alargamos (con tú expresada colaboración), amigo José Ramón Díaz Cruz de la Ciudad de la Paula, un poco más la línea de recuerdos del Instituto Laboral San Rosendo. Así lo opino.
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Y al terminarlo, al final, Don Ángel (a quien aún hoy guardamos sumos respetos y cariño) realizaba un gesto especial al llegar a la esquina de la clase. Una flexión levantando las manos a la altura de los hombros. Era el momento culminante del chiste.
Pepe, tenía y suponemos que tendrá (hace tiempo que no le escuchamos, por la distancia) un repertorio muy especial, en el que era destacable la serie sobre “Manoliño da Pidigalla”, en la que sobresalía especialmente la filosofía de Manoliño.
Y así alargamos (con tú expresada colaboración), amigo José Ramón Díaz Cruz de la Ciudad de la Paula, un poco más la línea de recuerdos del Instituto Laboral San Rosendo. Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo