No podemos dejar de enseñar algunas de nuestras partes íntimas por medio de la opinión escrita, aunque sacrificáramos nuestra satisfacción de escribir. No es bueno hacer callar una voz, dice el valiente y objetivo amigo José Ramón con gran altura de miras.
Porque en Democracia hay que sacar a la luz los valores y actitudes de las personas que tienen responsabilidades públicas (y máxime si reciben por ello ingresos muy superiores al sueldo interprofesional) por medio del control democrático de los ciudadanos, con afán de la verdad y la transparencia, control que debe de practicarse también en los pueblos y lugares pequeños, e incluso en las cafeterías y en las tascas.
Van 40 años de Democracia y no es bueno marginar ya más a los críticos, que son esencia plural de todos los vecinos y representan el gran valor que tiene el diálogo, la opinión, en los pequeños sitios, en la calle, en los bares. Es tiempo ya de que se extingan los hipócritas y los aduladores de los que representan el poder (sí, los hay, y con instrucción, y alguno que se posiciona al lado del poder a la espera de si cae una magra o de si le concede alternancia que los pobrecitos así se creen que van a comer, agradecidamente poquitos en todos los casos). Va siendo el momento de perder el miedo a las posibles represalias, porque entre otros caminos legítimos, por encima está la Justicia, a la que es bueno defender y amar, y este amor es interesante que sea firme y sincero, no como la que quiere por sexo y no por Amor (perdón por la v.)
Hemos de tener, y sobre todo los del poder, han de tener una mente amplia y abierta, natural y reflexiva. Y ellos han de tener una gran conversación, ser sacrificados, con especial pasión y honradez, trabajando siempre, y antes que intereses particulares y partidistas, por lo mejor de los ciudadanos en general, sin mentir. Han de ostentar mucha honestidad, y han de tener y usar exquisita cultura y educación, con amplios conocimientos sobre las necesidades del pueblo, de las personas, muy especial entre las más necesitadas; y no sólo eso, pues también han de parecerlo. Han de tener un esfuerzo personal importante y si este no cunde, tener la hombría de dimitir, de abandonar la gestión pública; incluso ha de ser, como algunos de la Transición, elegante, considerado y correcto en las formas, con ideas claras y precisas de todo asunto que tengan entre manos. Han de ser agradecidos y con gran generosidad para todos los ciudadanos, y no pensar que, una vez en el poder, pueden olvidarse de quienes les apoyó para allí llegar.
En Democracia es imprescindible luchar porque los que sean puestos en el poder por medio del sufragio universal, lo sean directamente por el voto de los ciudadanos, pues no es democrático que sean elegidos para el cargo por personas distintas que los que depositan sus votos en las urnas electorales. El derecho a votar es, posiblemente con el derecho de expresión y opinión, el símbolo más importante de la Democracia para toda persona. Y debemos saber y respetar el acto de la votación, que ha de ser siempre bajo la responsabilidad del Presidente de la Mesa que se forme para votar, que tiene poder legal y democrático para resolver sobre todo lo que ocurra en el acto de la votación, incluso para la destrucción de las papeletas depositadas en la urna. El votante tiene derecho inapelable a que su voto sea secreto, y las autoridades electorales están obligadas a asegurar el secreto del voto, especialmente el Presidente de la Mesa. Pero ha de pensarse siempre que el secreto del voto es un derecho exclusivo del votante, lo cual quiere decir que la persona votante puede renunciar a ese derecho, como se puede renunciar a todos los derechos, lo que, además, viene demostrado con que el propio votante, por Ley y por Democracia, está amparado para valerse o servirse de otra persona de su confianza para elegir la papelea del voto, persona que, si se lo exige el votante, ha de guardar secreto. Sin embargo la disposición de levantar el secreto de la papeleta por parte del votante, no ha de hacerse con fines de hacer propaganda en el sentido del voto para las demás personas.
En fin, queremos decir no a una Democracia de malos usos y exigir democráticamente que sea auténtica la existencia de la democracia en los lugares pequeños. Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo
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