Aquí también estamos en plena precampaña electoral como cualquier lugar
avanzado. Pero daré una versión general de lo que pienso.
En España vivimos momentos de corrupción, de engaño y de políticos que no trabajan en beneficio del interés general y que lo hacen tal vez para bien colocarse él, su esposa, hijos y demás familia; que quizás intentan “comprar” el voto ofreciendo un favor e incluso un trabajo, o un simple punto de luz pública; o los que no cumplen la mayoría del programa que ofrecieron para que les votaran; y, lo más grave, es que la sociedad, el pueblo, no se altera por el conocimiento de esos hechos aparecidos en la prensa diaria, e incluso alguien lo ve como normal y es norma decir generalizando que todos los políticos son iguales.
Y eso no es cierto, pues los hay honrados como siempre los hubo y cada vez ha de haber más porque los que nacieron y se educaron en la Democracia ya no buscan, por ejemplo, la recomendación para una oposición, como, a veces, ocurría antes, que sin mandar la instancia ya estaban buscando “enchufes”.
Hogaño, empiezas a ver las promesas interesadas, envueltas en saludos fuera de lugar, palabras más o menos bonitas y sonrisa falsa venidera incluso de caras que en tiempos de no elecciones los ves como ogros, que incluso te pueden poner nervioso; y observas como la gente en su mayoría calla o asiente, por falta, a lo mejor, de espíritu crítico, o tuerce la cara hacia otro lado, a sabiendas de que las obras prometidas no se hicieron y hartos de oír impagos a proveedores y de ver que el urbanismo sigue igual y que los terrenos industriales no nos dan aires en tiempos de que la crisis nos ahoga.
Pero sin embargo, nadie debe pensar que su voto es inútil, porque los políticos no todos son iguales.
Así lo opino.
Y eso no es cierto, pues los hay honrados como siempre los hubo y cada vez ha de haber más porque los que nacieron y se educaron en la Democracia ya no buscan, por ejemplo, la recomendación para una oposición, como, a veces, ocurría antes, que sin mandar la instancia ya estaban buscando “enchufes”.
Hogaño, empiezas a ver las promesas interesadas, envueltas en saludos fuera de lugar, palabras más o menos bonitas y sonrisa falsa venidera incluso de caras que en tiempos de no elecciones los ves como ogros, que incluso te pueden poner nervioso; y observas como la gente en su mayoría calla o asiente, por falta, a lo mejor, de espíritu crítico, o tuerce la cara hacia otro lado, a sabiendas de que las obras prometidas no se hicieron y hartos de oír impagos a proveedores y de ver que el urbanismo sigue igual y que los terrenos industriales no nos dan aires en tiempos de que la crisis nos ahoga.
Pero sin embargo, nadie debe pensar que su voto es inútil, porque los políticos no todos son iguales.
Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo
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