Leyendo hoy el diario El Progreso y cuando llegué a la página de las esquelas me encontré con que la Señora Elvira había fallecido, nos había dejado para siempre en el día de ayer, triste noticia que no había recibido antes quizás por hallarnos estos días de viaje de ir y venir a Mondoñedo, si bien había escuchado que mi amiga no se encontraba bien en estos días atrás y que incluso había visitado el Hospital de la Costa por urgencias.
Desde aquellos tiempos de mozo, con unos 18 años, que entonces no eras mayor de edad, allá por la segunda mitad de la década de los 60 del Siglo pasado, conocí más estrechamente a esta admirada Señora que formaba pareja ejemplarmente compenetrada con el también muy estimado su esposo don Manuel Bouso Castro, el Señor Manuel, como le distinguía yo y él se merecía; matrimonio éste que regentaba y regentó por muchos años, una taberna de aquellas de antes que tanto se añoran, con comidas, meriendas y de todo buen comer, además de un completo ultramarinos, en el conocidísimo barrio mindoniense de Los Molinos de Arriba, haciendo esquina con la Plaza de este mismo nombre, muy cerquita de la bonita Fuente de Los Pelamios y a unos pasos más del puente romano del Pasatempo o antes de los Ruzos sobre las aguas del Río Valiñadares, en el cual la esposa del Mariscal Pardo de Cela, doña Isabel de Castro, fue “entretenida” cuando traía el indulto real para su marido.
Allí íbamos nuestras pandillas a celebrar recordables fiestas gastronómicas. Para éstas había que hablar siempre con la Señora Elvira, a la que doy las gracias por estar cada vez que le pedíamos la organización de las mismas, entre las que destacaban la magistral restauración del “Pollo Tomatero” que eran pequeños pollos de los corrales del lugar, y los guisos especialmente el de conejo de monte o liebre. Y antes de abandonar el encargo siempre, siempre, nos advertía del deber de llegar a la hora en punto señalada de común acuerdo para la celebración y así tenía que ser para salvarnos de que en peccata minuta nos designase la falta.
Sin duda era esta amable mujer perteneciente a esa especie humana que se está extinguiendo, por su mesura y moderación al recibir al cliente, mostrándote siempre su agradecimiento por allí acudir, haciéndote ver espécimen de cariño, de ese que es el más bello que existe.
Comedida en las curiosas preguntas que por noticia te hacía sobre hechos criminales que ocurrían en la Comarca Judicial a sabiendas del sigilo que nos obligaba a no contarle lo que, a lo mejor, ella quería saber.
Era mucho la veneración y afecto que yo profesaba a la Señora Elvira desde aquellos años lejanos y me considero un afortunado por haber contado con que estuviera entre mi gente y gracias, una vez más, por su paciencia con nosotros y por las pruebas de amistad que siempre nos mostró.
Sin duda ha dejado un gran vacío en la cocina mindoniense, pues valía mucho, y ostentaba talento y mucha aplicación, pero al mismo tiempo nos quedamos con muy gratos recuerdos de ella. Le llegó la hora y quisieron llevársela para darle el premio eterno merecido. Lo siento de veras, que descanse en Paz y mí más sincero pésame público para sus hijos María Isabel y José (Pepiño), hijos políticos Mario Baamonde Insua y María Dolores (Lola) Otero Díaz, sus nietos Mª Teresa, Mª Isabel y Andrea Baamonde  Bouso; y Txomin y Carmen Bouso Otero; y demás familia.
Rezaremos y pediremos por su alma y acudiremos mañana 23 de mayo a su casa a las CINCO Y MEDIA de la tarde para acompañarle en el último viaje.
Este es mi sencillo y humilde homenaje a mi amiga DOÑA MARÍA ELVIRA FERNANDEZ IRAVEDRA.
Así lo opino.


  LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo

 

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