Siempre supimos de dónde venimos, pero aún supimos mejor hacia donde no queríamos ir. Rindiendo homenaje a quien nos lo enseñó, de la humildad y nunca hacia la prepotencia y la soberbia.
Dijimos y diremos lo que pensamos, aunque con ello busquemos enemigo, no obstante pensamos y pensaremos antes lo que se dice.
Dijimos y diremos lo que pensamos, aunque con ello busquemos enemigo, no obstante pensamos y pensaremos antes lo que se dice.
Generalmente nunca nos posicionamos, porque de bien jóvenes aprendimos que los ciclos de la vida pueden llegar a cambiar nuestros hábitos. Intentamos en todo momento ser fieles compañeros de tantas batallas y que juntos fuéramos los campeones, queriendo continuar con la compañía en nuestras luchas, pero al final nos vendieron porque la suerte nos dio personas de conveniencia que como las amantes te quieren mientras eres valedor.
Desde los tiempos de las aulas nunca inventamos teoremas ni fuimos los más segaces porque la sabiduría se la entregamos y explicamos sin falta a los semejantes, de los que destacaron los que correspondieron con ingratitud al beneficio recibido y hoy displicentes y de personalidad pendular y mentes hueras. De mozos nos inculcaron que para tener fruto hay que trabajarlo para que madurezca y que, a veces, no debemos guarnecernos en la sombra de lo que hicieron otros, porque puede llegar la contaminación del corrupto que nos puede manchar, viciar, pervertir.
Aprendimos desde la experiencia que la retórica, el arte de bien decir, de embellecer la expresión, con razones que no son del caso, algo busca para luego desahuciarte de la honradez, de lo justo y enriquecerse, convirtiéndose en nuestro enemigo. De puente servimos para llegar a la cumbre y desde que los listos pasaban intentaban la destrucción. Y de añejos a los servidos desmemoriados y desagradecidos mal nacidos llegas a estorbar. Así lo opino.
Desde los tiempos de las aulas nunca inventamos teoremas ni fuimos los más segaces porque la sabiduría se la entregamos y explicamos sin falta a los semejantes, de los que destacaron los que correspondieron con ingratitud al beneficio recibido y hoy displicentes y de personalidad pendular y mentes hueras. De mozos nos inculcaron que para tener fruto hay que trabajarlo para que madurezca y que, a veces, no debemos guarnecernos en la sombra de lo que hicieron otros, porque puede llegar la contaminación del corrupto que nos puede manchar, viciar, pervertir.
Aprendimos desde la experiencia que la retórica, el arte de bien decir, de embellecer la expresión, con razones que no son del caso, algo busca para luego desahuciarte de la honradez, de lo justo y enriquecerse, convirtiéndose en nuestro enemigo. De puente servimos para llegar a la cumbre y desde que los listos pasaban intentaban la destrucción. Y de añejos a los servidos desmemoriados y desagradecidos mal nacidos llegas a estorbar. Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo
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