Desde el más estricto y riguroso ejercicio de mi derecho fundamental de libertad de emitir mis opiniones y, desde luego, desde la distancia más lejana al ánimo de adular, que tampoco tengo porqué aparte de que sería una falta de respeto, he de escribir y escribo con toda la más alta y escrupulosa severidad y objetividad sobre los miembros de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que componen la Policía científica deslindada de la consideración general que refleja el artículo 283 de la Ley de E. Criminal.
Leo y escucho con cierta frecuencia en los medios de comunicación la destacada y contundente lucha de los citados miembros frente a la criminalidad en general, o frente a la delincuencia organizada, con unos resultados de actuación eficaz.
Ellos con sus dotes de calidad apreciable nos están llevando de una forma ejemplar a una Democracia, ya mayor de edad, a imitar por otros países del Mundo, que se presuponen más avanzados que nosotros. Sus acciones, muchas veces idóneas para llevar posiblemente a películas de primer orden, nos infunden una tranquilidad, una seguridad, envidiable y también a copiar sanamente por democracias más antiguas. Son, sin duda, ellas uno de los importantes pilares del puente de la Justicia. Y, para finalizar, este escrito no trata, ni más ni menos, que ser un humilde y sencillo, pero sincero y cariñoso, homenaje a todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado Español, a nuestra honorable Policía, a la que aplaudimos en pie para que siga mejorando en su formación especializada y en las actuaciones encaminadas a la averiguación de delitos o descubrimiento y aseguramiento de delincuentes, cada vez más avispados, y transmitiendo a los ciudadanos la mayor seguridad. Así lo opino.
Ellos con sus dotes de calidad apreciable nos están llevando de una forma ejemplar a una Democracia, ya mayor de edad, a imitar por otros países del Mundo, que se presuponen más avanzados que nosotros. Sus acciones, muchas veces idóneas para llevar posiblemente a películas de primer orden, nos infunden una tranquilidad, una seguridad, envidiable y también a copiar sanamente por democracias más antiguas. Son, sin duda, ellas uno de los importantes pilares del puente de la Justicia. Y, para finalizar, este escrito no trata, ni más ni menos, que ser un humilde y sencillo, pero sincero y cariñoso, homenaje a todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado Español, a nuestra honorable Policía, a la que aplaudimos en pie para que siga mejorando en su formación especializada y en las actuaciones encaminadas a la averiguación de delitos o descubrimiento y aseguramiento de delincuentes, cada vez más avispados, y transmitiendo a los ciudadanos la mayor seguridad. Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo
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