Se casó por lo civil, con María del Milagro Antonia Audia Villar, en 1.888, a cuyo acto concurrió gran número de amigos. Poeta que escribió el premiado poema Un Galo y Cantares Gallegos, entre otras.Hombre con competencia profesional, de bondad y con ejemplar defensa de sus principios políticos y religiosos que jamás ocultó, pero que siempre manifestó sin exceso. Su anticlericalismo le proporcionó, según está escrito, obstáculos en el púlpito, en el confesionario, en la calle y en todas partes y los que para él eran una obsesión y consideró como “Corvos das ideas” no hacían más que desafiarle con la excomunión y con el infierno, desafío que se extendía a los que se relacionaban con él y a los enfermos que le consultaban y necesitasen de sus servicios.
Se dice, y está escrito también, que el comerciante no le debía vender ningún género, que el sastre no le debía hacer vestido, la panadera el pan, el zapatero el calzado, y, en fin, que nadie, absolutamente nadie, podía tener con él clase de relación alguna, so pena de excomunión y el infierno. Era republicano y fue muy joven presidente del Comité republicano de la ciudad del Masma y a los 33 años formaba parte del Consejo Ejecutivo de la Región Gallega y firmó el Proyecto de Constitución para el futuro Estado gallego. Ejerció su profesión de médico en la Ciudad de la Paula durante más de 30 años, era sencillo y todos los vecinos de la Ciudad y todos los aldeanos de sus alrededores sabían de su ciencia y de su bondad, que a su fallecimiento muchos lloraron su pérdida, la pérdida del caritativo médico, que le llamaban “Padre de los pobres” o “médico de los pobres”. Bondad y apacibilidad que quién sabe si adquirió de la convivencia que pudo tener en el Seminario de Mondoñedo con el que también fue republicano, de mutua amistad y también médico viveirense, don Ramón Díaz Freijo, que asimismo fue escritor y poeta, que dirigió el periódico local El Vivariense, y ejerció en su ciudad natal la medicina durante 50 años y que por su abnegación y altruismo, hasta el punto de que no solo prestaba gratuitamente su asistencia facultativa a los pobres, sino que en muchas ocasiones les donaba cantidades en metálico para la adquisición de medicinas y alimentos, por lo que adquirió gran popularidad y por su amor a los desvalidos se le llamó también, como el de Mondoñedo, el “Padre de los pobres”.
A los 51 años, el Sr. Leiras, rechazó ser nombrado miembro numerario de la Academia Gallega, manifestando que “no tengo condiciones necesarias”. Falleció en Mondoñedo el 9 de noviembre de 1912, a los 58 años, y su entierro fue un acontecimiento insólito, por el número de asistentes, unas dos mil personas, por la presencia masiva de gente humilde, por la profusión de coronas con lemas políticos, y descansa en el Cementerio civil de esta Ciudad, es decir este año se cumple el Centenario de la muerte del Sr. Leiras, y, aunque tiene dedicada una calle en la Ciudad, o su casa distinguida con placa, o en dicha calle, mirando desde la Fuente de San Juan, un monumento u obra escultórica destinada a perpetuar el recuerdo de tal personaje y el acontecimiento de haberle sido dedicado el Día de las Letras Galegas, o se le hubiere hecho el primer homenaje en Mondoñedo el 30 de octubre de 1.921, con motivo de la inauguración del mausoleo costeado por los hijos de Mondoñedo residentes en Argentina, en cambio en el año del centenario de su nacimiento, 1954, no se produjo un homenaje reseñable, porque, no hace falta ser muy perspicaz para percatarse de ello, eran tiempos difíciles para un poeta de su ideología, por lo que esperamos que en este año del centenario de su muerte, con unos tiempos más tolerantes, de derecho y libertad, en que nos debemos el mutuo respeto, y con Gobierno local y Diputación dirigidos por gentes de izquierdas, se le ofrezca un digno homenaje a este destacado mindoniense estudiando y editando su gallego, cuidando de que tal evento produzca, al mismo tiempo, beneficios que redunden en la población mindoniense. Será así?!!Non o sei!! Nuestro humilde homenaje, “o Médico dos pobres”, son estas líneas.
Así lo opino.
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo
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