En primer lugar y antes de nada, expresar mi más cordial felicitación y enhorabuena al IES SAN ROSENDO de Mondoñedo, en la persona de su actual directora y por extensión al claustro de profesores, por la distinción por parte del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte, con el ingreso en la Orden Civil de Alfonso X El Sabio, con la categoría de PLACA DE HONOR, “…por los méritos contraídos en los distintos campos de la educación, la ciencia y la cultura…”; pero no seria justo que como exalúmno no extendiese dicha enhorabuena a todos y cada uno de los profesores que les precedieron desde aquel 1953, año de su inauguración y puesta en marcha, sembrando una excelente semilla, cuyo fruto está justamente recompensando, reconocido y bien a la vista. ¡¡Mi más cordial y sincera enhorabuena a todos y cada uno/a!!

No recuerdo exactamente la frase, pero venia a decir más o menos, que la vida no es la que fue, sino la que se recuerda y la que se cuenta. Pues ahí van estas líneas que se circunscriben a mis años pasados en el entonces Instituto Laboral. Desde la confianza de un enamoramiento de sus aulas, quisiera expresar un recuerdo de profundo agradecimiento emocional a dicho centro docente, cuyos comienzos fueron duros y hermosos a la vez, donde estudie mi bachiller laboral, sin cuya existencia, como otros chavales de entonces y de ahora, no hubiese podido hacerlo.

Tengo muchos recuerdos y anécdotas de aquellos años, aun cuando algunos se borran como si estuvieran escritos con lágrimas. Recordando - no sin nostalgia - atmósfera que se respiraba, situaciones y profesores; me zambullo sin red en recordar aquellos años 50 del siglo pasado, ¡¡que ya ha llovido y escampado!!, década - por cierto - de avanzada despoblación de A Mariña, en general y de Mondoñedo en particular, que continúa y amenaza. Una de las mejores noticias - tal vez la más necesaria y esperada - seria: Mondoñedo rompe la caída del paro. Difícil, ¿verdad? 

Continuemos. El arranque del Instituto Laboral, fue toda una novedad en aquel 1º curso 1953-1954 y hay que medirla y valorarla por la capacidad de convocatoria para Mondoñedo y su comarca. Visto en perspectiva y desde la distancia en el tiempo, fue una esplendida forma de “retener” parte (otros estudiaban por libre y hacían el bachillerato elemental de 4 años y el superior de 2 años, con revalida) de la numerosa juventud de aquellos años que, en buena parte, se hallaba sin orientación y sin horizontes de futuro para el trabajo (una de las salidas era - como hoy en día - la emigración) y así formarnos, entrar en los sueños y aprender durante cinco años que duraba aquel bachiller laboral. No quiero desmerecer al joven brillante en lo que a estudios se refiere, pero hay veces en que el mal estudiante, una vez que finaliza sus estudios “descubre” su vocación y se torna un gran profesional. De ahí la opción maravillosa de la actual Formación Profesional, hoy por hoy, bien valorada en el ámbito laboral y empresarial y con grandes perspectivas. Luego todo está en manos de ese peligroso conspirador que llamamos destino. 

Fueron años de grandes y emotivas novedades para la mayoría de chavales y no tan chavales de aquel Mondoñedo de principios de los años 50, que rondaba los 9.000 habitantes (¡casi nada!); sí, fue toda una novedad. Eso de cambiar de la escuela (por cierto, nunca suficientemente bien valorada) a las aulas del Instituto, era algo así como al que un recién llegado de la aldea contempla las luces de la gran ciudad. Tanto profesor, hermosas instalaciones y amplias y luminosas aulas, salón de actos, (sito entonces en la 1º planta del edifico principal), laboratorio, talleres espléndidamente equipados, gimnasio y todo un largo etcétera. Ah, digo lo de “no tan chavales”, ya que algunos entrañables amigos y compañeros, se matricularon por aquello de la novedad y en una edad en que alguno estaba pensando más en su inmediato futuro, dando lugar a un enjambre de edades, tanto es así que el 1º curso arrancó y estaba formado por todo un totum revolutum de niños que navegamos hacia la adolescencia y jóvenes que ya coqueteaban y algunos esperando ser llamado a filas para cumplir con el servicio militar obligatorio, que así se decía entonces. ¿Alguien de hoy en dia se lo puede imaginar? Teníamos que coexistir. Tal vez, esto a los alumnos de hoy en día les sonará a prehistoria, pero esos fueron los cimientos robustos de aquel inolvidable Instituto Laboral. Esas diferencias de edad, esa brecha, ese desacoplamiento - pienso hoy a mis 75 años - seria un problema para unos profesores excepcionales que jamás se las habían visto tan gordas. Lógico y natural que sin quererlo les exigía y obligaba a un ten con ten y a un mayor esfuerzo de adaptación y engranaje. Unos llegaban con sobrados conocimientos y otros íbamos con lo justito y en el furgón de cola. Luego, poco a poco, los más mayores fueron abandonando y en los sucesivos cursos se fue igualando y normalizando por abajo, en cuestión de edades, que no de conocimientos. Quiero recordar que empezamos algo así como 44 alumnos.

De todo hace ya mucho tiempo, pero tengo un recuerdo muy especial y rindo póstumo tributo de admiración a nuestro director, el ilustre doctor, D. Francisco Mayán Fernández, quien impartía la clase de geografía e historia, dejando su impronta en cada recodo de aquel centro. Un excelente orador y por aquellos años eran famosas sus conferencias, cuyo antiguo salón de actos se llenaba a rebosar y a la que asistía lo más granado de la ciudad. Hombre pequeño de estatura grande en el verbo, que aun siendo natural de Cee (A Coruña), se consideraba mindoniense de corazón. No es casualidad que llegase a ser alcalde, cronista oficial y, merecidísimamente, nombrado Hijo Adoptivo (con mayúsculas) de la ciudad episcopal. Sin desmerecer a nadie, fue uno de los activos humanos más destacables llegados a nuestra ciudad en la historia reciente. Es mi modesta opinión, que a buen seguro habrá quien le ponga algún pero. Uno agradece las críticas. 

Pero no nos perdamos en tan entrañables recuerdos del que fue su director durante ¡¡tres décadas!! Aún hay más. Uno tiene acumuladas historias llenas de vida, intensas vivencias de aquellos maravillosos años de una adolescencia y añorada juventud. Es apasionante recordar aquellos nostálgicos y lejanos tiempos y ver que don Francisco, a pesar de su ejemplaridad, no podría ser tan positiva y exitosa su labor, si no contase con un excelente claustro de profesores que empleaban todos sus esfuerzos, saber y entender a enseñar y a dar lo mejor de sí mismos. Seria muy largo hablar de todos y cada uno de los profesores, pero recuerdo - tal vez olvide a más de uno y que Dios me perdone - a D. Domingo Fernández Veiguela, (lengua y literatura); Dª. María de los Ángeles Álvarez Gago, (matemáticas); Dª Trinidad Valcárcel Pestaña, (física y química); D. Ernesto Casani Vilaplana, (dibujo); Dª. Josefa Pedreira Pérez, (latín); Don Manuel Amigo Pose (formación del espíritu nacional), Don Manuel Ruiz, D. Joaquín y D. Jesús, que impartían clases de electricidad, mecánica y carpintería, respectivamente. 

Mi gratitud y homenaje a todos ellos, estén donde quiera que estén, y ánimo a los que hoy les sustituyen y siguen en su labor docente vocacional y preparando a una juventud que vive - tal vez - un momento de cierta desilusión, totalmente diferente de la de aquellos años. Como se dice en estas circunstancias: eran otros tiempos. Es sabido que toda sucesión sigue al antecesor, como una onda sigue a otra y por eso no es de extrañar que con esta sementera se recojan sus frutos. En la ultima JMJ celebrada en Cracovia, el Papa Francisco les pide a los jóvenes: “memoria, coraje, futuro…esperanza”. 

Como broche de oro a esta felicitación, no puedo dejar de hacer mención a la reciente visita que el día 4 de octubre de 2016 hizo al IES SAN ROSENDO, la Reina LETIZIA, para inaugurar con los alumnos de Formación Profesional el curso 2016/2017, hecho histórico más relevante que uno haya conocido en mi querida ciudad, visita que pasará a los anales de la historia de Mondoñedo y de la cual dará buena cuenta el cronista oficial de la ciudad. 

Para finalizar, no se a quien corresponde dar las gracias por tan excelente real visita, pero entiendo que será a las autoridades políticas locales que gobiernan nuestro ayuntamiento. No creo que fuese por sorteo o turno rotatorio; seguro que no. Pues nada, muchas gracias de un mindoniense y que sigan trabajando por dar a conocer a nuestra ciudad. Lo bueno es no quedarse anclado en el pasado y no caer en la tentación de nadar en las lagunas de la propia memoria. No podemos por menos que felicitarnos.

Se que me extiendo en demasía, pero no tengo arreglo. Así que, perdón por hacerlo tan largo.

Aprovecho para felicitar las Fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes a todos los mindonienses. Son días de alegría, de encuentro de fiesta. Días para vivir con intensidad y guardarlos en el corazón.

Antonio Doménech Ladra - Valencia


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