Estas breves líneas  tiene por objeto rendir un homenaje de recuerdo a la figura de hombre bueno y sabio:  O ferreiro dos Muiños. José García, alias LAUDRILLO.

Va a coincidir en el tiempo y por pura casualidad con el escrito que Lorenzo dedica al mismo barrio y a su famosa taberna do Valeco.

Este barrio ha tenido sus épocas y sus personajes, que de alguna manera han salvado su existencia a lo largo de los años y que le mantienen en un nivel superior vital que siempre me ha gustado e ilusionado.

Siendo como soy de otro barrio, no dejo de apreciarlo cada vez que lo visito, ya sea personalmente o simplemente con la mente  y el recuerdo.

De este personaje José García (A) LAUDRILLO, me ha ayudado mucho los notas que Andrés García Doural me ha pasado. Por si fuera poco, me pone en orden al recordarme a su hija Olga y además informarme que su nieto es un buen  estudiante.

De él, de Laudrillo, me comenta que nadie ha escrito nada y se le recuerda con mucho cariño y que sus vecinos recuerdan  muchas de sus anécdotas,  y su labor ha sido alabada por todos los que le conocieron.

Yo enlazo todo esto con  la imagen que tengo de su presencia física, similar a la de su hermano que fue superior de los Carmelitas Descalos, que como José decía: " Ben fendido da por dous de vostedes", en referencia a una pareja de sacerdotes que estaban hablando de su hermano con él preguntándole, poco correctos, por su condición de herrero comparada con los estudios de su hermano. Su respuesta era clara: "Pois é que a miña intelixencia é virxen". Desde luego plecaro e inteligente era él.

Era muy famoso, sin duda, y ello debido, según alcanzo a creer, a su intensa labor como herrero y a su bondad y experiencia en la vida. Así me comenta Andrés que al él se debe la mejora en las ruedas de los carros, que pasarían a incorporar llantas como los vehículos de motor.

Sin duda su frase: "Si sale con barbas, San Antón e si sale sin elas, A Purísima Concepción", marcaban su valentía para hacer nuevos inventos útiles para sus convecinos y clientes.

Era como digo, un hombre generoso. Por ello recuerdo siempre su frase cuando las señoras le discutían porque no quería cobrar un trabajo que él consideraba un favor: "Mire señora non me discuta, que máis barato non llo poido dar".

Su fama tenía sus límites, pero eso a él no le preocupaban en exceso, lo tenía asumido. Era sobradamente conocido "nos Muiños e nos alrededores", por ello cuando D. Felipe, el cura párroco de Santiago, no el de los Molinos, sino el del pueblo, como le daba clase a su hija, le solicitó que le visitase para hacer algo en la iglesia, Don José fue a visitar a Don Felipe a la rectoral. Le recibió, cuentan, su criada, Pilar Anello, cuya estatura contrastaba con los personajes, "no bico das escaleiras" .

¿Quién es usted?.
 O Ferreiro dos Muiños. 
Un momento.

Aparece Don Felipe y le comenta,

-¿Así que es usted el herrero de los Molinos?

Don José le respondió: 

-Si señor, eu son.

- ¡Hombre! Pues yo no le conocía.

La respuesta es pura filosofía:

- Pois eu a vostede, tampouco.

Era muy inteligente y ocurrente. Pausado en el decir, por su problema en la dicción, pero eso le daba el margen suficiente, creo yo, para ser más agudo en la respuesta. Confieso que muchas de sus frases las he empleado numerosas veces para concretar una idea o dar una respuesta adecuada.

Recientemente lo hice con  alguien me estaba dando largas a las solicitudes de información que le reclamaba. De verdad se acercaba a una serie de dilaciones y contradicciones que tenían un claro objetivo, por eso tuve que echar mano de una frase de Don José: "Mire  usted, a min para torearme, ten que poñerse traxe de luces, e monteira".

Esta respuesta tenía bastante que ver con la visita que le hizo a Raúl Mourelle para que le arreglase una muela. Al parecer, siguiendo su inveterada costumbre, el dentista lo dejaba con la boca abierta para ponerse  a contemplar el Padornelo, desde los balcones de su casa. Cada vuelta a la "faena" comenzaba por un: ¡Ah,ah!, con el gesto que daba a entender que debía de abrir de nuevo la boca. Una vez echada la mirada, retomaba la contemplación de nuestro amado monte. Eso cansa a cualquiera y a don José le hizo decir esa frase, para mí mítica.

Casi todos hemos pasado alguna vez por la seria tarea de acudir al notario, un personaje que, en palabras de un amigo abogado lucense, "no da fe, la cobra". Tenemos que imaginarnos a nuestro don José teniendo que ir a la notaria de D. José María y Lafuente (que así le llamaba mi abuela), en épocas navideñas, y saludando a sus conocidos: Manolo Veiga, Lage, Germán , y comentando si jugaba o no a la lotería, contestó que no jugaba. 

- Hombre don José ¿y si llega a tocar en Mondoñedo?
- Si fose así, Moitos borrachos habían de facer como os notarios.

Ofendido el señor notario salió de su despacho a reprocharle  tal afirmación, a lo que con su consabida calma respondió:

- Non me entendeu ben, señor notario, habían de facer original e copia .

No muchas veces dejaba su histórico rincón para venir al centro. Uno de esos días, a la hora de tomarse un chato, entró en el bar Santaballa justo en el momento que éste colocaba convenientemente las botellas en el mostrador y realizaba la labor de rellenado, con las que estaban medio vacías.

Tranquilamente comentó: ¡ay oh!, ¡eu penséi  que esto era una taberna e non un laboratorio!

Y, para mi, por hoy, el toque final tenía que hablar de los oficios que iban desde la calle Méndez Núñez hasta los Molinos, los sastres: Os Xaniños, O paragüero, José Martínez ,  etc. 

Pues la historia viene del problema que tenían Os Xaniños por los trabajos nocturnos de forja de don José. No podían conciliar el sueño los dos hermanos sastres, Pedro y Cándido, según me hace recordar Andrés.

La cuestión llega a nuestro juez de paz de aquellas épocas, el culto y sabio D. Juan Mon, que asistió a la disputa y tratando de mediar en la misma, oyó la frase que los hermanos a modo de súplica, lanzaban: " ¡De noite, por favor, que lime; que lime!

Muchos de sus vecinos podrán ampliar y hasta corregir lo que he escrito, me agradaría mucho; por conocer más y por tener una mayor difusión de sus comentarios y anécdotas.

Estoy seguro que muchos trabajos suyos perduran. En las puertas y cercados de muchas casas de Mondoñedo y sobre todo en los Molinos.

Que el barrio de Los Molinos, no pierda sus tradiciones y su encanto.

Un saludo a todos.


JOSÉ RAMÓN DÍAZ CRUZ 
 

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