Delante de nuestro órgano del olfato, y en la parte trasera del ordenador de nuestro uso, en la oficina, un tanto desordenada, en la que pasamos horas diarias, se puede ver una hermosa fotografía en blanco y negro, que representa una nevada, una Iglesia y un árbol, de la que fue autor quien siempre tuvo una auténtica pasión por la fotografía, y nos demostró en varias ocasiones ser un Maestro en tal arte, de lo que hizo gala con exposiciones públicas de gran éxito.

La usó en esta ocasión, como hiciera otras veces, para enviarnos una bonita y afable felicitación de Navidad.

Por la estantería de dicho lugar de trabajo, hoy más bien de pasatiempo, y entre las obras y libros de Derecho Procesal, a la vista está otra preciosa fotografía en color en la que aparecen 19 bellas personas que parecen representar edad de jubilación, entre las que se encuentra aquel artista de la fotografía , y doy fe de que corresponde a una pose inmediatamente anterior a una comida de confraternidad celebrada en nuestra capital entre los Oficiales, Auxiliares y Agentes de la Justicia de la Ciudad de Lugo y su Provincia, que se llevaba a cabo todos los años por iniciativa inolvidable de dicho fotógrafo, que, además, fue Oficial Fedatario Judicial, en las que interpretaba el papel principal, de tal manera que sin él no se llevaría adelante. Era su afán, desde hacía años, la referida comida, porque sostenía y era verdad que en ellas hablábamos de lo conveniente para nuestro futuro y contábamos anécdotas del pasado, y tal era su interés por ellas que en una ocasión propuso reunir en Guitiriz, como centro geográfico de Galicia, a varios funcionarios de la Justicia, para hablar de nuestras inquietudes profesionales.

Conocimos al Maestro artista de la fotografía en el año 1.977 cuando nosotros tomamos posesión de nuestra plaza en el Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción único, en aquel entonces, de Vilalba y él ejercía de Secretario titular en el Juzgado de Paz de la citada Guitiriz, por tener esta localidad más de 7.000 habitantes. El era un señor y nosotros representábamos lo que éramos, un mozo. Presentaba unos ojos encima de una sonrisa que te miraban a la cara dando cuenta de que no estabas ante un hombre de atonía, que nos dejaba atónitos por la personalidad que representaba. Desde ese momento siempre nos guardamos respeto mutuo y cerrado, e inmediatamente, posiblemente por la diferencia de años que nos llevábamos y la juventud que nosotros aportábamos, tuvo la amabilidad de hacer un aparte y aconsejarnos que nos previniéramos de que el Juzgado amenazaba por su retraso y falta de medios, y que tendríamos que hacernos cargo de la Secretaría y de la Junta Electoral de Zona, con el añadido de que eran las primeras elecciones locales de la Democracia.

Después en el largo camino de la vida profesional judicial le había cobrado un querer especial, observando en él siempre su sinceridad de corazón y una extraordinaria llaneza en el trato. Me encantaba su rectitud en la solución de los asuntos, con trato amable y comprensivo hacia los ciudadanos en general y en especial para nosotros los compañeros, que le apreciábamos su larga experiencia en su actuación al frente de la Secretaría de Guitiriz.-

Este gran hombre tenía especial admiración por el primer apellido de su esposa y en cierta ocasión, hará como unos cuatro años, nos honró encargándonos el estudio del cambio de apellidos para sus queridos nietos, añadiéndoles el de su esposa Pardo, lo que inmediatamente estudiamos y procedimos a informarle, si bien creemos que no llegó el asunto a buen fin, por la complicación que este traía y porque cariñosamente le hicimos ver que sus referidos nietros llevaban ya un galante y bien parecido apellido como era el primero de los suyos, que así a nosotros nos parecía, quizás, por la veneración y afecto que le profesábamos, desde aquellos años lejanos de compañerismo.

El Señor quiso llevárselo para darle el premio merecido del Cielo y emprendió viaje hacia allá el pasado día 21 de los corrientes, desde la Ciudad de Vigo donde pasaba últimamente bastante tiempo con su familia, pero sin dejar de visitar su Lugo del corazón con frecuencia.

Les enviamos, desde aquí, públicamente, nuestros sentimientos a su esposa Dª Antonia Pardo López, a sus hijos María, José Carlos y Kiny, a sus nietos Ariadna y Nuno, a sus hermanos políticos Manuel y César y demás familia.
Este es nuestro humilde homenaje, con el deseo de que en Paz descanse, al amigo y compañero Hipólito Galán Núñez.
Así lo opino.

  LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo

 

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