Aún habemos personas excitadas vivamente a vivir la actividad o función de la política, porque creemos en ésta, pese a lo que está cayendo respecto de ella, mucha mierda (perdón por la suciedad).
Y hay gente que, lógicamente, se está pensando seriamente si seguir confiando en la clase política, y hay un manojo de personas que ya nada quieren saber de la política, profesión cargada de arte a la que, muy equivocadamente, acuden gentes que adoran la plata, cuando su camino sería el comercio, la industria, el negocio, pues allí que haga lo que quiera al no ser pecado, pero la política es para servirle a la gente, en palabras de don José Mujica.
Nosotros creemos en ella porque es el camino mejor asfaltado democráticamente para reivindicar nuestros derechos a participar en la toma de decisiones que nos afectan a todos, y para seguir los procesos para llevar a la cárcel o a trabajos forzados, digo, sociales (perdón), a todos los corruptos (dicen que unos 300 en toda la Nación), un poco sueltos por este querido Reino de España.
Otros dicen creer en ella y se les ve una ansia inquietante de participar en la misma, convirtiendo esa ansia en disturbios con destrozos sonados en el mobiliario público y en los comercios de los que quieren ganarse la vida dignamente, y con ataques a la Policía de todos los españoles, que debemos atajar los demócratas. No sé si se les puede llamar violentos.
Tal vez el engañoso ruido que causan estos que creo que se les puede decir insensatos que quieren gobernar, prevenga de lo mal que lo hicieron en los últimos años los partidos políticos tradicionales, que hicieron oídos sordos a los que normalmente andamos por la calle en paz, que, en muchas ocasiones, ni quisieron escucharnos y sólo atendieron a lo que a ellos les interesa, y algunos de sus componentes a hacerse ricos a cuenta de nosotros el pueblo infeliz, con formas no muy ejemplarizantes.
Pero sea lo que sea, la política debemos mimarla, más que repugnarla, y hacer uso del voto contundentemente y no quedarse en casa, que para eso luchamos los que presenciamos durante muchos años el no saber lo que era votar, que ni tan siquiera por la televisión lo veíamos ejercitar.
Y quizás en nuestros días vale más pensar en aquello de que vale más malo conocido que bueno por cocinar.
Son estas líneas, un pequeño homenaje escrito al legado de la concordia del primer Presidente de la Democracia don Adolfo Suárez González (q.e.p.d.), y a las ESTRELLAS de la política, porque hoy es Nuestra Señora de la Estrella. Felicidades. Así lo opino, en Mondoñedo a treinta de marzo de dos mil catorce.


  LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo

 

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