La España corrupta de hoy necesita, ya, de unos ágiles Tribunales de Justicia especializados, no ordinarios y no unipersonales. Hay excelentes jueces,  suficientemente maduros y proporcionalmente duros para formar aquellos que instruyan las causas de corrupción. Al PP y al PSOE les tocó y tienen la responsabilidad ineludible de sacar la Ley que los cree y los ponga en funcionamiento, además de legislar penas de aplicación adecuada.
La Justicia debe obrar fina en casos como el de la Infanta Doña Cristina, manejando principios como el del amor ciego y consecuencias de este para obrar, valorando algo legítimo como para ella estar por encima su matrimonio y sus hijos, cuando parece más fácil divorciarse y apartarse del caso emprendiendo nueva vida amparándose en su título a suceder en la Corona de España adquirido de su propia sangre y no de ningún otorgamiento y por ello irrenunciable, salvo su voluntad amparada por ley orgánica y consentida por sus descendientes.
Doña Cristina tiene, al menos, los mismos derechos que cualquier español y por ello para encausarla no debiera mirársele, si es que así pasa, con otros ojos por ser hija o hermana de quien es. La Ley la vemos sencilla y clara para la apertura de juicio oral que se acordará si lo pide el fiscal o la “acusación particular”  y no hay más vueltas. Entendemos que al decretar  la apertura de juicio oral indebidamente contra ella y lesionar su situación personal cabe por su parte recurso excepcional de apelación en ambos efectos contra el auto que lo acordó. Así lo opino.
 
 
LORENZO ARES ROBLES - Mondoñedo


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