Recuerdo una tradición que se mantenía durante la Semana Santa en Mondoñedo: Tomar mejillones al vapor después del Sermón del Santo Encuentro.
Eran tiempos en los que la expresión: "la nueva ola", además de estar de moda tenía un claro sentido. Los niños, futura nueva ola, nos fijábamos en todo lo que hacían los mayores, y era precisamente en Semana Santa cuando ocurrían hechos especiales.

En el Jueves Santo, en la Catedral, la ceremonia del Lavatorio de Pies, era seguida por la chiquillería con verdadera curiosidad y cierto nerviosismo. Del Asilo de Ancianos venían las personas a las que los canónigos le lavaban los pies. Nosotros escondidos en una zona cercana, protegidos por uno de los enormes basamentos de las columnas del altar mayor, aguardábamos el momento en que se apagaba la ultima vela y se proclamaban las tinieblas. Entonces hacíamos todo el ruido del mundo con nuestras carracas, escenificando los truenos de aquel día tenebroso.

La carraca más importante, si mi memoria no falla, era la del Cordeiro; tenía cuatro salientes en forma de cruz y hacia un ruido enorme, vamos, cuadruplicado.

Luego, dirigidos por aquel entonces por Andrés Balsa y en perfecta formación de dos filas en el Cantón Grande, a modo de instrumentos musicales, con la mano en el tambor de la carraca, interpretábamos entre otras melodías "LA RASPA".

Pero el día del Santo Encuentro era muy esperada por todos. Había que madrugar; algunos iban en la procesión portando aquella cruz con espinas a modo de bastón y deseando oír al padre Pasionista explicar las caídas y sobre todo reclamar la presencia de San Juan, el hijo predilecto, que se hacia de rogar porque los porteadores estaban tomando un chato en la taberna de Pichirichi.

Y al terminar el sermón y el acto, los mayores se dirigían a la Plaza de Abastos a comprar sacos de mejillones, llevarlos al Bar Central, Porriño o al Meilán y una vez cocidos al vapor, dar cuenta de ellos con vino y pan en abundancia.

Esos mejillones, su olor y sabor, han quedado en mi memoria y es hoy el día en que prefiero los mejillones a las ostras aunque resulte vulgar. Yo creo que es porque en aquellos años sesenta del "siglo pasado",en Mondoñedo, los chavales no sabíamos de ostras.

Que pasen una feliz Semana Santa en compañía de sus amigos y familiares, y si los mejillones son buenos, no duden en mantener la tradición.

JOSÉ RAMÓN DÍAZ CRUZ

 

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